El contacto es una necesidad básica, como el alimento, el calor o el sueño. Un bebé humano con ausencia total de contacto no puede sobrevivir o lo hará con consecuencias muy graves en su desarrollo neurológico. Los bebés que son porteados (sea en brazos o con un portabebé) desde el nacimiento son bebés más tranquilos, están protegidos, tienen calor y si portea la mamá el alimento asegurado, por lo que su supervivencia está garantizada y no tienen que ocuparse de forma activa de ello, descansando mucho mejor y estando más tranquilos. Además cuando quieren comer, si les porteamos, rara vez el bebé llegará a llorar ya que nos daremos cuenta por sus movimientos y gestos (se chupa el puño, empieza a mover la cabeza y dar pequeños ‘cabezazos’ en nuestro pecho, etc.) por lo que no tendrán la necesidad de llegar al llanto para avisarnos. Todo ello repercutirá de forma directa en la crianza, en nuestra disposición, seguridad, descanso y autoestima. Si el bebé está más tranquilo, llora menos y duerme mejor nosotros también lo estaremos y todo ello nos dará una mayor seguridad sobre lo que estamos haciendo y hará este camino un poco más fácil.

Es muy habitual escuchar frases como ‘la cuna parece que tiene pinchos‘, ‘está profundamente dormido, le dejo en el carro y antes de que me de la vuelta ya está llorando‘, etc. El lugar del recién nacido es el pecho de la madre, en el momento en el que se le separa del contacto humano sus mecanismos de supervivencia se ponen en marcha, teniendo en cuenta que el bebé se mueve por sus instintos biológicos, en la cuna o en el carro, está desprotegido, su supervivencia corre peligro y necesita ‘llamarnos’ para volver a sentirse seguro. Si tu bebé ‘no te deja hacer nada‘, ‘sólo quiere brazos‘ o ‘no duerme prácticamente cuando le dejas en la cuna‘, al contrario de como, en muchas ocasiones, vivimos estos acontecimientos de forma negativa, se trata de algo muy positivo, el bebé está sano y sus mecanismos para la supervivencia están funcionando a la perfección.

El contacto es fundamental para su correcto desarrollo neuronal, cuando el bebé se encuentra desprotegido, o se le ‘deja llorar’ por diferentes motivos y sin ninguna base científica (‘se tiene que acostumbrar a dormir solo‘, ‘te está tomando el pelo‘, ‘déjale que así ensancha los pulmones‘, etc.) se activan los mecanismos de estrés. Si la situación se prolonga en el tiempo, estaremos ante lo que se conoce cómo ‘estrés tóxico‘ el que deja una huella permanente en el cerebro.

Hay que tener en cuenta que el bebé puede haber dejado de llorar sin que su necesidad de contacto haya sido cubierta, ello no signifca que deje de estar bajo los efectos del estrés. El nivel de cortisol (la hormona del estrés) en saliva en esos momentos muestra que el nivel sigue siendo el mismo que cuando estaba llorando desesperadamente. Otra vez, la necesidad de sobrevivir ha entrado en juego, un nivel de estrés extremadamente alto puede matar y, además, el llanto prolongado puede atraer a los depredadores.

Todas estas primeras experiencias vividas irán conformando la percepción del mundo, su futura personalidad, la autoestima, seguridad, cómo enfrentará las situaciones diferentes en la vida adulta y en nuestra mano, en la de los adultos cuidadores, está favorecer un patrón de conducta pro-cortisol (inseguridad, menor autoestima, respuestas más agresivas ante las adversidades, etc.) o un patrón de conducta pro-oxitocina, que se da cuando las demandas del recién nacido-niñx son atendidas, fomentando y sumando para que sea un adulto con una mayor seguridad, autoestima, una mayor capacidad de enfrentarse a las adversidades, un mayor control emocional, etc.

BW-HP-photo-300wideSi, sobretodo durante los tres primeros meses de vida, el contacto es, siempre que sea posible piel con piel, los beneficios son mayores. Por ello, recomendamos que siempre que se pueda se portee piel con piel, el pecho de la mamá desnudo y el bebé sólo con el pañal (el calor corporal nuestro y del portabebé será suficiente para darle el calor que necesita).

Hay que tener presente que las cunas, los carros, mini-cunas, hamacas…son dispositivos relativamente modernos, que han sido inventados por y para los adultos. Un bebé, sobretodo durante su primer año de vida, nunca nos los pedirá ni estará mejor en ellos.

Cada familia tenemos que encontrar el punto que mejor nos vaya en nuestra situación, hay quien prescinde del carro y empieza a utilizar la silla de paseo únicamente a partir de los 6 meses, 1 año. Quien combina el porteo y el uso del carro desde el principio. Quien sólo utiliza el carro. Quien duerme con su bebé desde el principio, quién no lo hace. Cada familia tenemos que valorar nuestra situación, los pros y contras y tomar la decisión, siempre informada sobre las ventajas y desventajas de las diferentes alternativas.

Pero es importante desmitificar que el bebé se ‘mal acostumbre a los brazos‘, que el bebé no se vaya a querer separar nunca de las ‘faldas de mamá‘, que dónde mejor está es en el carro, etc. De estos mitos y ‘saber’ popular no existe ningún tipo de evidencia científica, en cambio, de los beneficios del contacto, de la necesidad de contacto hay mucha información, evidencia científica, estudios realizados con diferentes metodologías, siempre, con conclusiones similares. El contacto es una NECESIDAD. Poco a poco nuestro bebé nos irá marcando la pauta, sobre los 3 meses nos irá pidiendo ratos de juego en el suelo, primero durante unos pocos minutos y gradualmente irá ampliando estos ratitos, empezando así su camino hacia la autonomía. Alrededor del año y coincidiendo con el desplazamiento autónomo cada vez la necesidad de contacto será menor.

Portear es mucho más que transportar a tu bebé y hacerlo desde el nacimiento no sólo es posible si no que es muy recomendable. Cubrir las necesidades de contacto de un bebé recién nacido puede ‘chocar’ directamente con nuestro día a día, no vivimos en una sociedad en la que se favorezca y en la que se pongan facilidades para cubrir esa demanda. Un portabebé nos permite compaginar nuestro día a día dentro y fuera de casa cubriendo las necesidades de nuestro bebé.

 Más Información:

Exterogestación, la necesidad de ser llevado en brazos. Por brazos y abrazos.

La exterogestación y la necesidad de ser llevado. Por Kangura.

Somos mamíferos. Recuperando el paradigma original, por el Dr. Nils Bergman [vídeo]

El concepto del Continuum. En busca del bienestar perdido. Jean Liedloff. Editorial Obstare [libro]

El bebé es un mamífero. Michel Odent. Editorial Obstare [libro]

Dormir sin lágrimas. Dejarle llorar no es la solución. Rosa Jové [libro]

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